PROYECTO "NO COMERCIAL" DE EDGAR MORA CUELLAR, HOMENAJE A UN AMIGO


...::: Es mejor que te vayas :::...

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Cuento de Eutiquio Leal

(Primer premio en el concurso del festival de Arte de Cali, 1968)

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SITIO CON INTENCION DE DAR A CONOCER LA VIDA Y OBRA DEL PROFESOR EUTIQUIO LEAL


jueves, septiembre 28, 2006

El Preludio de Música de Sinfines

Leer el libro "Música de sinfines"

El escritor Eutiquio Leal es más conocido co­mo novelista, cuentista, conferenciante y ensayis­ta, que como poeta. Sinembargo él confiesa que ha escrito poemas desde su adolescencia, cuando le hacía versos a sus compañeritas de estudio... "Lo cual me daba muy buenos resultados", según nos dice en medio de una socarrona carcajada.

Afirma complacido: "Siempre he sentido la necesidad urgente de escribir poesía como una gimnasia mental, emocional y lingüística. A mí me dan mucha lidia las palabras. Mi lucha sin cuartel, a vida o muerte con el lenguaje es el más constante tormento de mi trabajo como escritor. Pero es un tormento placentero, delicioso, desfrustrante. Resulta que escribir un cuento o una novela viene a ser también un acto poético, aun­que de otro nivel, a otras honduras. La poeticidad es una de las características de la esencia del arte en general y de la literatura en particular. Los alemanes tienen razón cuando denominan POETA a todo creador, ya sea un músico, un pintor o un dramaturgo, pues lo que producen la imaginación y la fantasía de un creador es, nada menos e igual­mente, una obra poética en el más profundo sen­tido del término. Mi combate diario y nocturno con el lenguaje, con cada expresión, con cada pa­labra cuando escribo poemas me sirve muchísimo para mi trabajo como narrador, pues la gran sín­tesis, la profundidad, la significación y la polise­mia que debo lograr en los poemas es, para mí, el mejor ejercicio estético en cuanto a la labor de escribir un cuento o una novela. Si alcanzo el mis­mo efecto poético en mi prosa, ello quiere decir que he conseguido labrar una buena prosa, una buena narración. Por eso nunca dejo de estar es­cribiendo poesía, eso sí, sin ánimo de publicarla: sólo con el propósito de mejorar mi obra literaria narrativa, en prosa".

Son afirmaciones que ha venido haciéndonos Eutiquio Leal, con un poder de convicción que nos incita a aceptar sus plan­teamientos sin vacilación.

Como se verá, la poesía de Eutiquio es "labrada" como él mismo lo dice. Rigurosamente tra­bajada, fuertemente maciza, hondamente signifi­cativa. Por tanto ella exige de sus lectores un esfuerzo mental y sensorial, una labor de decodi­ficación, de interpretación, un serio trabajo de búsqueda y hallazgo de los sentidos internos, de la significación recóndita y de la simbología que cada uno de sus poemas establece, propone y uni­versaliza. Si es claro que su poesía apela mucho a la razón, al sentido semántico y mental, tam­bién es evidente que convoca y estimula grande­mente a los sentimientos, a la sensibilidad huma­na y estética de sus lectores. Lo cierto es que esta poesía exige un lector activo y sensible.

Para Eutiquio Leal el acto poético empieza con una manera y un enfoque estético de la vida, de la cotidianidad. "Si un ser humano mira el mun­do y se emociona, si contempla los objetos, los fenómenos y las actuaciones, si se detiene en todo y se asombra, si vibra estéticamente y si todo lo percibe a través de sus sentimientos, de su sensi­bilidad, pues entonces ahí hay un poeta. Ahí te­nemos un poeta, aunque no escriba versos. Y si los escribe, si puede expresarse y expresarlo todo con un lenguaje articulado, así sea oralmente, pues ese es un poeta cabal. Es que la poesía está en todas partes y solamente hace falta el ser hu­mano suprasensible que logre convertirla en leguaje: pictórico, melódico, plástico, sonoro, escri­to, etc.".

Y continúa: "Cuando un ser humano es capaz de ver y sentir el mundo de una manera diferente al co­mún, ahí está el poeta, aunque no lo diga ni lo escriba. Después de miles de siglos, el hombre llegó a cantar y contar oralmente su visión poética de la vida. Y mucho después pudo cantarla y con­tarla por medio de la escritura, que es lo que es­tamos haciendo ahora", concluye Eutiquio Leal jubilosamente.

Preguntamos a Eutiquio Leal, para él qué es escribir, y contesta:

"Escribir es entregar los horizontes y las ba­tallas, los lilas y los rojos seguros en las manos de la amante y del viento, por que los dos con­fundidos en un sólo Arco-Iris de felicidad cus­todien al mundo y lo defiendan de la negrura impenitente que lo asedia.


"Es liberar las mariposas y los vilanos para que luchen en el espacio cósmico como mensa­jeros de las voces del viento, solidario e inconte­nible, del hombre.


"Es rescatar las caracolas y las siemprevivas de modo que continúen siendo ellas mismas en el devenir de las noches subversivas que generan todas las alboradas de la tierra.


"Es apropiarse de las tempestades y los re­lámpagos siderales y humanos, en gracia a la alegría de las horas, los senderos ocultos y los siglos de las estrellas vivientes.


"Es inscribir la otra cara del orbe, de los ob­jetos, las personas, los sentimientos, las pasiones, la belleza universal, la poesía del Cosmos, y re­velarla hasta en las piedras.


"Es desfrustrarse y desfrustrar a quienes (por ventura o por desgracia) se ven impelidos a des­cifrar lo que plasmamos en la sombra, en soli­tud, en el abandono creador, martirizante.


"Es realizar a los demás o realizarse uno mis­mo lográndolo en todo, del todo, por todo y ante todo aunque no fuese más que en la imaginación.


"Es sublevar las desoladas sensaciones que ha­bitan o cohabitan en lo más recóndito de los hi­pocampos y las golondrinas trabajadores.


"Es soltar al espacio desvalido los unicornios que sabemos infinitos, adorados, por siempre compañeros.


"Escribir es hacer la revolución con las pala­bras, en las palabras, contra las palabras, y así proyectarse transformando a los hablantes y a todo lo que avivan las palabras, logrémoslo o no."


Veamos alguna muestra de la poesía de Eutiquio, cuyos poemas son más conocidos en el exte­rior que en su propio país o entre sus colegas y amigos.
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Este texto fue publicado por el periódico "ALO COLOMBIA" en su edición de Marzo 1988, firmado La Redación, con las iniciales J. M. D.
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martes, septiembre 19, 2006

JULIO 31 DE 1979

CORREO DEL TOLIMA
PERIODICO CULTURAL, CIVICO, PATRIOTICO Y PROGRESISTA AL SERVICIO DE CHAPARRAL Y DEL SUR DEL TOLIMA

Eutiquio Leal gana premio departamental de literatura
Año 1 No. 11 de Julio 31 de 1979
Directores:
MARTHA RAMOS R. y GUSTAVO HERNANDEZ R.


Es para nosotros placentero y honroso dar a conocer a ustedes esta noticia; placentero por el hecho de contarnos entre los amigos y admiradores del maestro Eutiquio y su obra, además por contarlo a él como nuestro constante colaborador que con ágil y sincera pluma enaltece nuestras páginas. Honroso por lo que es y significa su aporte al mundo de las letras, aporte que lo coloca al lado de los primerísimos escritores nacionales y que hace que los tolimenses nos sintamos orgullosos de tener un paisano como él.

Eutiqio Leal, es ante todo un tolimense íntegro e integrado a su región, y no podía ser de otra manera ya que nació en Chaparral y, allí aprendió a querer a su pueblito como él cariñosamente lo llama; el maestro Eutiquio, es poseedor se una presentable hoja de vida que le acredita como poseedor se una basta cultura y de una apreciable experiencia en universidades entre las que podemos recordar: profesor de literatura hispanoamericana de la Universidad de Cartagena; de literatura latinoamericana en la Uni­versidad Santiago de Cali, igualmente que de literaturas españolas y precolombinas; de la misma manera ha sido profesor de lenguaje y métodos de investigación, director de extensión cultural de la universidad del Tolima, fundador de les talleres literarios de la uni­versidad Santiago de Cali, Univer­sidad del Tolima y Universidad Na­cional, también ha incursionado come profesor en la Universidad pedagógica Nacional y ha sido jefe del departamento de filología e idiomas en la facultad de Ciencias de la educación, de la Universidad Libre.

Leal vivió en Chaparral durante su infancia y se ligó apasionadamente con la naturaleza. Aprendió a contemplar el paisaje y en contacto directo con él educó sus facultades artísticas en un ambiente temático regional, así el muchacho tenaz y aventurero capaz de cualquier cosa, se fue haciendo poeta sensitivo, hombre sentimental, y emotivo, que le lleva a plasmar su primer poemario MITIN DE ALBORADA en 1962; del poema pasa al cuento y en 1963 se produce AGUA DE FUEGO, siguiendo otro género de la literatura se adentra en la nove­la y en 1964 publica DESPUÉS DE LA NOCHE, Su producción litera­ria es Inagotable y en 1969 se cono­ce CAMBIO DE LUNA (cuentos) y VIETNAM: RUTA DE LIBERTAD (ensayos) en 1973.

Sus más recientes producciones son: BOMBA DE TIEMPO (cuentos) 1.974 Ibagué, RONDA DE HADAS (poemario) 1978 y EL OIDO EN LA TIERRA (novela) próxima a apare­cer (1979) y que le valió el premio tolimense de literatura como un reconocimiento al conjunto de toda su obra.

Hablar de su obra y emitir un juicio sobre ella, es algo que no está dentro de nuestros alcances, pero desde nuestra profana apreciación podemos decir con sinceridad, aprecio y admiración que en todas sus páginas resplandece con luz propia en maravillante conjugación de inteligencia y de franqueza, los atributos del auténtico escritor pu­blico; un sentido humano de la vida, y una gran captación de las inquietudes del momento que cons­tituyen la historia que se narrara en el porvenir.

No es el primer premio con que es galardonado, de manera rápida, va­mos a mencionarlos otros como: el primer premio, en el Concurso Nacional de Cuento de 1961; el pri­mer premio en el Concurso de No­vela Bolívar en 1963; los primero y segundo premios en el Concurso Nacional de Cuento de 1965; el segundo premio en el Concurso Nacional de Novela ESSO en 1964; primero y segundo premios en el Concurso Nacional de Cuento de 1968, segundo premio en el Concur­so Latinoamericano de Novela "Monteávila-Caracas" en 1972 y segundo premio en el Concurso Latinoamericano de Cuento "Pro­vincia Caracas" en 1975.

En 1979, ha sido galardonado con el Premio Tolimense de Literatura que consiste en: un pergamino, la edición de "El Oído en la Tierra" y $50.000,00. El jurado estuvo constituido por: el gran critico e investigador de la literatura colombiana: Isaías Peña Gutiérrez; y los magníficos narradores Benhur Sánchez Suárez y jorge Eliécer Pardo.

Este es pues Eutiquio Leal, un hombre a quien sus discípulos llaman maestro y que siempre se muestra original, estimulante, inde­pendiente y lleno de iniciativas. La Secretaría de Educación del Tolima, prepara para muy pronto dos actos culturales en su homena­je, uno en Ibagué y otro en Chapa­rral, en donde sus amigos estarán presentes rindiéndole tributo de aprecio y admiración.
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sábado, julio 29, 2006

UNA UTOPIA CULTURAL

Ponencia presentada
ante el Primer
Foro Nacional de Filosofía,
el día 3 de diciembre de 1989,
en la ciudad de Ibagué (Tolima)

Por: Eutiquio Leal

Para una conceptualización (mejor que para una definición) de lo que solemos entender por cultura en general, sería conveniente tomar en consideración varios elementos, ciertos princi­pios:

I

Nos permitimos sugerir algunos de ellos: por razones obvias, muy esquemáticamente:

- La existencia del hombre, como individuo y como ser social.

- La sociedad humana, razón de ser del hombre, como el medio y la manera de vivir, de actuar, de soñar, de nacer y morir el individuo y su comunidad, sea ésta familiar, nacional, continental o mundial.

- El trabajo, como la actividad que, al mismo tiempo con el lenguaje articulado y el pensamiento, formó al hombre dicho tal, y sin el cual no tendríamos lo que estamos llamando cultura. Lógicamente que sin trabajo no habría ni hecho cultural ni valor cultural, ni cultura, puesto que el es el autor, el productor primo y único, el elemento esencial que dinamiza la cultura, su desarrollo histórico universal.

De consiguiente, habría de tenerse al día otros elementos, factores y fenómenos debidos a los tres principios anteriores, los cuales determinan la propia naturaleza, el propio carácter de la cultura. Ejemplo todo lo que las clases dirigentes han puesto a su servicio:

-Las formaciones socioeconómicas por las cuales ha tenido que pasar, padecer o disfrutar la sociedad hoy llamada colombiana y también sociedades de otras áreas continentales y universales.

-Los medios de producción, las herramientas, los implementos de trabajo, de uso personal y de uso social, etc.

-Los objetos elaborados, desde el fogón hasta la estufa eléctrica y el vestido, la computadora, los elementos de guerra y de deporte, etc.

-Las costumbres, los hábitos, las ceremonias, los rituales, las instituciones, la historia, el mito, el tabú, la moral, etc.

-Las organizaciones familiares, sociales, gre­miales, políticas, deportivas, las protestas colectivas y todas las formas de lucha, etc.

- El arte, la literatura, las artesanías, el folclor, la copla y el refrán, las adivinanzas, los chistes, etc.

-Los sistemas educativos en todos sus planos o niveles, y la educación misma, la ciencia, los conocimientos, las técnicas, la ideología, la religión, la política, la conducta colectiva, la tradición, etc.

-El lenguaje, los medios de comunicación social, sus formas orales y /o escritas, la prensa, la radio, la televisión, el graffitti, etc.

-Los emblemas y los signos convencionales, los códigos comunicativos, los símbolos, la seña articulada, y la no articulada que genera el hom­bre, etc.

En síntesis, incluimos en el contexto de la cul­tura todo cuanto el hombre individual o colecti­vamente elabora, organiza, maneja, padece, disfruta, y transforma en su propio beneficio personal o social, sus necesidades, ambiciones, deseos, aspiraciones, sueños, pasiones, entida­des estatales; la familia y la sociedad, la vida privada y la vida comunitaria, sus briegas por la libertad, por la igualdad, por la fraternidad humana, por la paz y la democracia, o por la tiranía y el despotismo; todo lo que idea o crea por su vida mejor y su devenir histórico.

Si lo anterior es aceptado, entonces la cultura viene a ser una estructura significante, un con­junto organizado y simbólico coherente de lo que es la sociedad humana y todo cuanto ella (mediante el trabajo) construye, inventa, se apropia, goza, domina, piensa y fábula, confor­ma y modifica diariamente y se encamina a la realización de sus aspiraciones, sean ellas pragmáticas o imaginarias y sentimentales, ena­jenadas por el sistema político.

II

Lo anterior ha querido expresar, un poco de ligero, que la cultura es el hombre y el hombre es la cultura en tanto que la edifica y le imprime su propia imagen, su propio ser contradictorio.

Pero, además, nos tomamos la libertad de proponer dos denominaciones, dentro del con­cepto totalizador en cuanto al contexto de la cultura, aunque no fuese sino por motivos de especificación metodológica. Así:

- Un corpus de cultura artística, y

- Un corpus de cultura no artística.

Desde luego, como dos niveles del mismo edi­ficio o como dos tintes de la misma bandera bico­lor. O Niveles y colores dependientes e inse­parables el uno del otro puesto que son los dos elementos constitutivos de este sistema activo que es la cultura en general, integrada por todos los matices sociales factibles, extremadamente com­plejos.

Aquí tenemos bien entendido que en cualquier producto, sea artístico o no artístico, han intervenido tanto la mano como el cerebro humano. Sólo que en las obras y los valores artísticos ha primado el trabajo mental o intelectual, mientras que en las obras y los valores no artísticos ha primado el trabajo manual, muscular. Pensamos, pues, que tal primacía o prioridad es la que podemos utilizar para nombrar artístico o no artístico a cada uno de los Corpus consolidados que hemos propuesto en nuestra anterior taxonomía.

A propósito, estarnos acostumbrados a considerar como cultura (o como cultural) aquellas personalidades y/o aquellos productos exclusivamente de la "inteligencia": osea, los intelectuales, los artistas y sus obras maestras. Por esta unilateral concepción, la cultura se nos reduce a los escritores y sus libros, los pintores y sus cuadros, los músicos y sus sinfonías, los escultores y sus estatuas, el ballet y sus danzarines, el cantante y sus canciones, el político y su política, etc. Desde luego que la no­vela, el cuento, el poema, son obras y valores culturales. Por supuesto que un concierto, una pieza teatral, una obra pictórica, así como el mimo, el cine, las canciones, son igualmente obras y valores culturales. Pero todos ellos juntos no alcanzan a constituir y representar a todo el sistema referencial y simbólico de la cultura ni a todos los valores culturales de la comunidad. Es cierto que cualitativamente son una parte importantísima de la cultura y de los valores universales. Mas no son toda la cultura ni todos sus valores: Pero ni siquiera cuantitativamente (y esto también cuenta) abarcan el mayor peso del contexto global de la cultura, aunque desde el punto de vista de la estética clásica evidentemente sean de extra­ordinaria importancia y significación. Digámoslo osadamente: limitarse a las personalidades intelectuales y a las obras hasta ahora mencionadas puede degenerar en una postura clasista, elitista, ideológicamente regresiva y anticientífica. Por eso no podemos desechar los aportes de la his­toria, la antropología, la sociología, la lingüís­tica, la economía política, por lo menos como fuentes indispensables de una teoría científica de la cultura.

III

A la luz del postulado que implica el concepto de "cultura plural" en el marco de "regiones culturales", según este alto foro tenemos que afirmar algo reconocido, así sólo sea en el plano de las formulaciones ya establecidas.

Es evidente que nuestra patria es un arco-iris cultural, más que una "colcha de retazos" como también se le ha calificado. El ser nuestra cultura un arco-iris, significa que estamos constituidos por varias y diversas formas y contenidos, pro­cedentes, por un lado, de nuestra raíz indígena y de conquistadores, colonizadores e inmigrantes llegados de diversas latitudes e incorporados sim­bióticamente a nuestra nacionalidad, a nuestra historia, a nuestra cultura. Por todo ello, habla­mos de formación triétnica, por lo menos con ingredientes nativos indígenas, europeos y afri­canos. Es natural que nuestra cultura actual se haya conformado, así mismo, dentro de y por aquella constitución triétnica, tricontinental cuan­do menos. Sólo que tal injerto a estas horas ya se ha amalgamado y fundido, de tal modo que nuestro denominador común al respecto sería la integración definitiva; con la adición de la última penetración de todo orden, la neo-colonización cultural por parte especialmente del imperio del Norte. Para bien o para mal, este fenómeno también está siendo incorporado lentamente al contexto de nuestra cultura, y acaso ya haya impreso algunas huellas imborrables.

Por otro lado, es palpable que nuestro territorio cultural consta de varias y diversas zonas con sus diferencias más o menos bien definidas, según la historia nacional, según los asentamientos étnicos, según el influjo de los colonizadores de turno, según la tradición precolombina, etc. Estos hechos se manifiestan ostensiblemente en variantes del habla y del tono, en la pigmentación de la piel, en los trajes típicos, en la música y los bailes, en los deportes preferidos, en la alimentación, en el carácter y la sicología, en la beligerancia política, etcétera, etc. De modo que apenas es lógico entender nuestra cultura colombiana como una amalgama, como una combinación, como un todo compuesto por diversidades y distinciones articuladas en una sola unidad de contrarios en conflicto.

Por tanto, el tratamiento de nuestra cultura, y nuestro comportamiento frente a ella, no pueden ser monolíticos ni unidireccionales, sino más bien polivalentes, específicos para cada una de las formaciones culturales regionales, sectoriales, particulares, dentro de lo más general y global de nuestra cultura total, en desarrollo dialéctico.

IV

Volviendo al principio: ¿Por qué no intentar que cada evento de los que llamamos culturales conste simultáneamente de obras artísticas y de obras no artísticas, de valores artísticos y de valores no artísticos, Por ejemplo: presentar exposiciones o conciertos o museos (y todo otro evento cultural) donde convivan en condiciones iguales el traje de la modista de barrios, obras del carpintero empírico y de la ceramista aficionada, del artesano campesino, del pintor de brocha gorda, de los cesteros analfabetos, pilones, ban­quetas de todo tipo y uso; presentarlos, decimos, al lado y en la misma posición, con el mismo valor de las clásicas obras de los artistas y los intelectuales más famosos y geniales, por su­puesto al lado de piezas y valores procolombinos.

Con esta nueva práctica cultural ¿Cómo se sentirían las gentes del común, los trabajadores manuales de la ciudad y del campo?

Y cómo reaccionarían de emocionados los verdaderos intelectuales y artistas, que en su inmensa mayoría forman parte de la nación laboriosa?

Habría que verlo. Proponemos que lo ensa­yemos todos.

V

Con este proyecto buscamos que los trabajadores de la ciudad y del campo se sientan de veras productores de la cultura, no solamente beneficiarios esporádicos de una parte de ella. Y esto, en las escasísimas ocasiones que el Estado o los intelectuales se dignan descender a "culturizar" al pueblo, a veces por un paternalismo vergonzante. Tratamos de que ojalá todo el pueblo sienta plenamente que él es sujeto de la cultura (como en verdad lo es) y no únicamente objeto de ella. Acaso así podríamos desatar las más auténticas "fuerzas viva" del país laboral. Quizás entonces lográramos dar un paso más hacia adelante en la integración de nuestra cultura, en la esencia de nuestra identidad cultu­ral, en el hallazgo de nuestro propio destino histórico, en la conquista de un mundo feliz, próximo a la utopía del hombre futuro: excento de explotación y de opresión, horro de miseria, de frustraciones, de guerras... en un ámbito de completa libertad, de paz y fraternidad plenas, rescatando la cultura que selectivamente se han apropiado el Establecimiento y los sectores dirigentes que lo sustentan y prolongan.

Para el cumplimiento de lo anterior sería indispensable que, así como todos somos pro­ductores de la cultura, igualmente todos podamos disfrutarla; que todo o el pueblo consiga tener acceso también a la cultura artística, estando capacitado para entenderla y para gozarla plenamente.

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Tomado de La revista "Gato Encerrado" No. 11 - Abril - Mayo - 1990 - pp.30
REVISTA LATINOAMERICANA DE LITERATURA Y ARTE
Dirección: Eutiquio Leal, Fernando Soto Aparicio, Jaime Chavarro Díaz

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sábado, julio 22, 2006

BOMBA DE TIEMPO


Este libro consta de tres cuentos

BOMBA DE TIEMPO
ALGUNA VEZ EL VIENTO
EL MAÑANA DOMINGO

Los puede leer en:

http://sites.google.com/site/alegriadeleer/trescuentos

PROLOGO

EUTIQUIO LEAL
O EL ESBOZO DE UNA OBRA



Luego de que los periódicos y revistas dedicaron páginas y ediciones enteras a examinar el denominado Boom de la literatura latinoamericana, integrado principalmente por escritores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Julio Cortázar, iniciaron de cierta manera la búsqueda de nuevos valores, aunque con los mencionados se tratara de mostrar a la joven narrativa de los países del tercer mundo, que, afortunadamente, "fuera del montaje publicitario que llegó a rodearlos como una ecuación comercial ligada a editoriales Argentinas, Mexicanas o Españolas", nos demostraron el extraordinario filón que había para explotar, o que estaba ya siendo explotado por autores de talento, y que nuestra literatura entraba definitivamente a una nueva etapa.


Y tras ese éxito, acompañado no solo de afición o entusiasmo, sino de estudio y exploración para hallar mayores y mejores posibilidades en el bello y batallador oficio de narrar, como de los hechos históricos que cambiaban la concepción sobre el arte desde el Río Bravo hasta la tierra del Fuego, comenzaron a surgir escritores y grupos de ellos no coordinados a nivel de trabajo, pero unidos por un aspecto generacional, que más tarde, empezaban a conocerse por el casi único medio existente en un país concreto como Colombia, cual es el de los concursos, y las publicaciones de unas pocas revistas y suplementos literarios.


Surgió entonces un grupo aproximado de treinta o cuarenta que proyectaban alguna seriedad en la tarea creativa, demostrada tentativamente con galardones literarios o publicaciones oscuramente recibidas por la prensa nacional, en la medida que entendieron o tomaron al escritor no ya como un simple testigo de su tiempo, un simple mostrador de problemas; lo tomaron como un testigo peligroso, a pesar de lo inofensivo de la literatura como fin en si misma, pero, que al fin y al cabo, es producto de la época y testimonio de ella, por estar el oficiante inserto en un medio social determinado, ser parte de él, vivir de él y en él, aunque no por la idéntica conservación de él, y además, consecuencialmente, enmarcando su obra en un período de la historia determinado y con características, tendencias y hechos determinados y determinantes.


Del número, mirado el asunto eurísticamente y sobre cuyas concepciones y obras publicó juiciosamente Isaías Peña Gutiérrez el libro "La Generación del Bloqueo y del estado de Sitio", podemos decir, sin lograr escapar al regionalismo por la parcialización a que haremos referencia, y concretamente por motivos de encasillarnos en lo que va a llamarse Biblioteca de Autores Tolimenses, que el Tolima tiene ya ganado un puesto de combate en ese campo.


Dentro de ese propósito, alguna vez, alguien se atrevió a decir que de nuestro departamento no saldría nunca un buen escritor, porque su gente era dada a la pereza y a la contemplación de la noche, en las sillas que se recostaban en las aceras de las casas para hablar de sus mitos o sus recuerdos, y que el clima cálido, sinónimo de sudor y recorridos lentos, constituían parte de su quietud y triste abandono. Pero, no son siempre las palabras dichas así a la ligera, ni las generalizaciones planteadas de pronto por quienes hacen el papel de adivinos ni de videntes, las que determinan un hecho concreto como sucede en el caso del Tolima, que hoy por hoy, se encuentra, a pesar de que la literatura, para insistir, no debe colocarse provincialmente por constituir un fenómeno mucho más amplio, en una posición de vanguardia cualitativa y cuantitativamente en la narrativa.


Tanto los tan discutidos como discutibles concursos literarios, al igual que las publicaciones más o menos bien recibidas por quienes se encargan de comentarlas, pueden de cierta manera corroborar nuestra afirmación. Nombres como los de Eutiquio Leal, Héctor Sánchez, Jorge Valderrama Restrepo, Policarpo Varón, Germán Santamaría, Jorge Eliecer Pardo, Hugo y Roberto Ruíz, Camilo Pérez, entre otros, conforman ya un grupo conocido si no de manera amplia, sí por lo menos en los círculos informados de la actividad literaria en el país, o fuera de él.


Y es precisamente Eutiquio Leal, el escritor "secularmente joven", quien rompe regionalmente toda una tradición, en la medida que quienes cultivaban el oficio no eran del pueblo o del campo y no daban la medida de sus concepciones, y ello, además era solo dado, permitido, a clases privilegiadas, y por lo que, puede hablarse, al examinar nuestra literatura, de un antes y un después de Eutiquio, en contraposición pues, con los autores de la elegancia, del retoricismo, la academia, lo tradicional y el aislamiento en los salones y cafetines. Leal, es en ese sentido el "cambio de luna", es el primero dentro del grupo que iría a aparecer luego, algunos años después, salido de una auténtica familia campesina acurrucada y explotada en el sur del departamento y en la ya manoseada Chaparral, tierra de los Echandía y de los Rocha, por ejemplo.


Su medio histórico, social, personal y literario, a los que, como en los temas anteriores sería difícil referirnos ampliamente por razones de espacio, nos determinan el por qué una y otra actitud, y el por qué la temática de su obra.
Nace el 12 de diciembre de 1.928, y a través de los 44 años que carga con una juventud alargada en su vitalidad y espíritu de lucha, ha logrado recoger toda una interesante experien­cia ya como jornalero agrícola, miliciano, periodista, agente viajero, profesor universitario y de bachillerato, ya como transeúnte por España, Rusia, Francia, Inglaterra o los Estados Unidos, y que sabe hacer trascender en sus libros, mostrando el éxito o el fracaso, las caras de la vida, de la explotación, del desquite y de la lucha.

El autor comienza publicando relatos bajo el rótulo de literatura comprometida en el Dominical de El Espectador, por allá a principios del año 61, cuando, precisamente, su nombre, llama no solo la atención al ganarse el Concurso Nacional de Cuento del Primer Festival Nacional de Arte de Cali con Bomba de Tiempo, aquí en una nueva versión, sino causa polémica y disgusto en el momento, tal vez, de iniciarse la guerrilla literaria, que era, para recordar las palabras de Héctor Sánchez, el fiel reflejo de un trabajo escaso y una palabrería abundante. Sin embargo, ese sería apenas el comienzo de una larga cadena de triunfos, y de ellos el fruto de ser el único escritor en el país del sagrado corazón, que logra construir una casa a base de sus premios, de los que decidió retirarse muchos años atrás, porque apreciaba mejor a los amigos y no los disgustos que a ese nivel llegaron a causarle, cuando hacía espléndidas moñonas, y como en una carrera de caballos ganaba por varios cuerpos.

En 1.963, con DESPUÉS DE LA NOCHE, escrita ese mismo año y en la misma mesa, frente a Roberto Ruíz elaborando El Viaje, gana el Concurso de Novela de la Extensión Cultural de Bolívar y su edición es de 250 ejemplares, demostrándonos, con ello, un hecho casi increíble pero real en países como el nuestro. Allí, la angustia de un hombre por sobrevivir apenas porque no tenía más remedio y porque cuatro hijos, tristes y hambreados como él bajo la condición de negrura y fatalidad, le impulsan a regresar, luego de haber perdido una mano cuando pescaba con dinamita, a un acercamiento, a un recoger los pasos al igual que quien regresa no al sitio de su crimen sino de
su destrucción, por los mismos métodos que habrían de llevarlo, igual que el autor nos lleva dramáticamente, a una muerte segura y sin seguro, reflejada toda la historia con una precisión en el lenguaje a pesar de algunas fallas notorias, y con una técnica formal semejante al cuidado de un arquitecto, por cuanto, la sucesiva visión cinematográfica, casi que la de un asalto, donde los minutos que corren interna o externamente, cuentan para su ubicación, tensión y fuerza, y rodean la historia de un abierto interés sobre la condición humana.


El famoso premio Esso completaba por el año de 1.964 sus cuatro primeros concursos, y ya García Márquez con La Mala Hora, Zapata Olivella con Detrás del Rostro, y Antonio Osorio Lizaraso con el Camino en la Sombra, empezaban a formarse una mayor imagen de su obra, igual que Eutiquio Leal iría a hacerlo al ser nominado finalista con GUERRILLA 15, y un año después, regresar al ruedo en el V Concurso Nacional de Cuento del Festival Nacional de Arte de Cali, para ganarse los dos primeros premios con Tu Pesadilla y Hambre para que amanezca, tiro al blanco que repite en 1.968 con Es mejor que te vayas y el Rosal Amarillo, para rematar en 1.971, al constituirse finalista en el Concurso Latinoamericano de Novela Monte Avila, de Caracas, con EL TERCER TIEMPO.


Más de cien publicaciones diseminadas en diferentes órganos de expresión y que comprenden artículos, cuentos, entrevistas y poemas, nos ofrecen, junto a su inclusión en antologías de diversos idiomas, una panorámica de trabajo constante, la que se resume, sin que ella sea total por la evolución literaria que aún tiene, lo mismo gran cantidad de material inédito, su oficio de escribir asumido con seriedad y demostrado en cuatro libros anteriores a éste titulado Bomba de Tiempo, y que son AGUA DE FUEGO, CAMBIO DE LUNA, DESPUÉS DE LA NOCHE, y VIETNAM, RUTA DE LIBERTAD.


Cambio de Luna, tomo de cuentos que alcanzan el número de siete y 129 páginas recogidas por Populibro, presenta una experimentación en el lenguaje, y una síntesis de las técnicas narrativas contemporáneas, donde el monólogo, la combinación del pasado y el presente, la primera, segunda y tercera persona y el recoger el libre movimiento de la conciencia de sus personajes, mostrando historias violentas como en Es Mejor que te vayas, incluido en la Antología la Violencia diez veces contada, próxima a aparecer, lo mismo que la ternura en El Rosal Amarillo, el dilema en "Los Otros" y el fondo de muerte y sexo en "No mirarse a los ojos", nos dejan la simple impresión de un dominio de temas y formas de abordarlos.


Vietnam, Ruta de libertad, publicado en la colección literaria de Ediciones Suramérica en mayo del año pasado, reúne en su estructura tantos géneros literarios como oficios ha tenido el autor, que, fuera de los enumerados anteriormente, recordamos el de conferenciante, fundador de talleres literarios, al poeta, cuentista y novelista que representa, y de cuyos viajes, sus títulos de Normalista y Licenciado en Español y literatura, ha sacado una inmensa cultura y una capacidad para el diálogo que fuera de ser constructiva agrada y entretiene. Vietnam, ruta de libertad, conforma entonces un salpicón agradable donde se halla el ensayo político, la crónica, un cuento narrado co
n el lenguaje mitológico y fabuloso de milenios de literatura del lejano oriente que hace pocos meses visitara el narrador del Tolima, poemas que establecen nuevas palabras, (Nixómano...), una canción protesta, y hasta fotos enmarcadas con noticias de prensa, pero sobre todo enmarcadas por el cariño y la vigorosa capacidad de narrar que tiene Eutiquio. Sin embargo, todo gira bajo un cordón umbilical que es el de reflejar la lucha popular Vietnamita, y basado, en grandes problemas sociales, sin los que no existen las grandes literaturas.
La literatura y el arte, nos dijo en alguna ocasión, pueden ayudarnos a
vivir, a desfrustrarnos, a ser, y es curioso, siguió diciendo, que uno pueda aprender más historia de Colombia en Cien años que en Henao y Arrubla, porque la literatura es la humanización de la historia, y la literatura, respondió a Isaías Peña, es además una forma ideológica, una expresión ideológica, reproduce, produce y cuestiona pensamientos, ideas, sentimientos, costumbres, modales, y estas dos últimas funciones, producir y cuestionar ideología, son las más importantes para el escritor y para el lector del mundo capitalista.


Y en BOMBA DE TIEMPO, como en sus libros inéditos CARNE DE MONTE, (cuentos), EL TRAGASOMBRAS, a publicarse éste año en Cuba, también de relatos, lo mismo que en las novelas GUERRILLA 15 y EL TERCER TIEMPO, más una en preparación sobre las luchas populares de la década del 60 al 70, existe el reflejo de un mundo en convulsión, de un mundo en lucha, de un mundo en contradicción y de un mundo que dialécticamente, está construyendo el camino hacia el futuro, con una gran esperanza.
CARLOS ORLANDO PARDO R. Ibagué, Mayo de 1.974.



viernes, julio 21, 2006

LAS MARILOCAS - EUTIQUIO LEAL (Volante Rescatado)


"LAS MARILOCAS" Por: EUTIQUIO LEAL
(Posiblemente de los años 60)




Se vuelven al derecho y al revés o se revuelcan en todos los sentidos, se apelotonan o se dispersan sin saber para dónde, igual que gusanera de cosecha al pie de ciertos árboles frutales. Aunque vegetan en lujosas mansiones como legítimos "hijos de papi", algunos de estos angelitos visten overol y sandalias en busca de semejarse a los obreros. -Primero el debate ideológico y después la lucha!-.Monopolizan el privilegio de merodear por las universidades y fuman picadura yanqui en pipa gringa,... aunque algunos usan barba espesa con el ánimo de parecerse a Marx, a Engels o a Lenin.- Ante todo la unidad teórica y política!-. Es frecuente que calcen botas de campaña y porten morral de campo, ilusionados con la idea de asimilarse a los guerrilleros, aunque no distinguen una pistola de un revólver. -No hay más lucha que la del fusil! -.

El predicador que parece un vivó retrato de aquellos angelitos, les husmea el rastro sin perderles la pista y los acompaña para, a la hora exacta, iniciar su fervorosa prédica. ". . .está escrito que para conocer la sociedad es preciso conocer antes la intimidad del individuo...". De modo simultáneo ellos juegan malabares con las ideas y hacen gárgaras antisépticas con las palabras y los, conceptos, así como memorizan el lenguaje de la clase obrera y lo esquematizan hasta convertirlo en una jerga mixtificada. Luego elaboran su arsenal de discursos abstractos y calientan al rojo vivo esa retórica en sus morrales. Después ensayan la pose olímpica, el ademán pedante, e! tono de la autosuficiencia .angelical. En tanto, vuelve el predicador. ". . .primero hay que hacer la propia transformación espiritual, sólo después podremos hablar de la transformación materialista. . . ".



En un devoto acto de onanismo mental, cada uno de ellos pronuncia ante el espejo su mecánico discurso, como quien vomita cien veces las cien flores podridas de su misma embriaguez. Si bien se les mira o se les oye, de todo ese río revuelto lo único que escapa a las nebulosidades ultraístas (a ultranza) es su fétido anticomunismo. Van y vienen, tornan y retornan como bestias acorraladas en alambre de púas, tratando de escapar a los efectos de una fiebre narcótica. Así perdura el indefectible y trasnochado sarampión de la primera infancia, pero ahora con una soberbia de mayor edad. -Yo soy la auténtica revolución, a nivel de y al interior de!-. Contemporizan con todo lo que pueda hacerlos surgir a cualquier superficie, "...para conseguir la salvación eterna es preciso pasar por todas las cien sectas orientalistas. . ." -Yo poseo la única fórmula absoluta, al interior del nivel de!-.


Como loras satisfechas de bizcochuelo mojado en vino, los angelitos garlan y parlotean en una chachara divertida que recuerda los inicios de Babel. Al término de innumerables ensayos (cómicos unos, de farsa los otros) se resuelven a la actuación en privado, con absoluta reserva. Para esta representación convocan en su capilla íntima a sacristanes, compinches y altavoces, sin olvidarse de los caníbales amaestrados. Y cada una de las cien variedades folclóricas habla como para sus adentros, se predica a sí misma en un bien disimulado misticismo. —Abajo el reformismo y el revisionismo de los demás, al interior de!-. -La coyuntura de la verdadera verdad nace en mi ombligo científico! ". . .proponemos la lucha armada del señor Dios de los Ejércitos divinos. . .". —A nivel de, mi esquema táctico es el único válido!- -Al interior de, el único no revisionista ni reformista soy yo!—.


El detective camuflado de anti-soviético saborea muy bien esa música y paladea ese jugoso caldo de cultivo, pero no puede contener el ímpetu de su pensamiento. "Si supieran lo bien que le sirven al gobierno y a nuestros amigos de Norteamérica. . .". Es lógico, este ensayo les parece un éxito sin precedentes y los angelitos danzan y brincan felicitándose mutuamente, como las comparsas de carnaval se entrelazan y se requiebran. Alzafuelles y sicarios instruidos se desgañitan y despellejan alabando y aplaudiendo: "...así pasman el cáncer de la revolución...".


En medio de una histeria general como de viudas o como de solteronas empedernidas, los angelitos deciden su actuación en público, para los proletarios por redimir. -Abajo los falsos izquierdistas y los falsos revolucionarios!- ". . .siquiera dividen a los subversivos y los hacen más débiles y menos eficaces. . .".


Es cuando ceremoniosamente se dirigen, como diáfano coro de arcángeles, a conocer el sindicato. Los propósitos redentores son proletarizarlo, dirigirlo, espantarlo del mal camino, transmitirle coraje, indicarle al sindicato el único modo de inventarse la revolución revolucionaria. En esta calva oportunidad, estruendosamente empiezan su derroche de fórmulas mágicas y conjuros de encantamiento, su automática oratoria de recién iniciados." ...siquiera así desacreditan la mala causa de la izquierda y provocan el hastío de la chusma. . . ". Como una caja de música celestial esparciendo sus notas de oro puro, las disfrazadas frases se elevan de la tierra a las nubes para no bajar sino el día de las congratulaciones. -Yo enjuicio la articulación del debate electorero! -Nada de lucha por salarios ni prestaciones estructurales!- " ...divide y triunfarás...". -Acepto la alianza electoral, pero cuestiono la cuestionadera! -Haremos la guerra popular por un aumento móvil de salarios coyunturales!- Del seno de la organización proletaria surgen voces, protestas, y se arremolinan grupos de transeúntes. -"El momento no es de división ni de resta, sino de suma y multiplicación"-. Mientras peatones y curiosos se arriman y al cabo se disgregan desengañados, los angelitos continúan su música de amplio espectro. ". . . la verdadera rebelión es la del Valle de Josafat. . .". -Yo niego el burocratismo, pero debo insertarme estratégicamente en la Junta Directiva! -Fundaré el partido político número cien, en esta coyuntura coyuntural! ". . .siquiera no enseñan más que a jugar el futillo de la revuelta. . .". -Una moción de procedimiento, para hacer claridad al interior del nivel de!-. Los angelitos peroran volteando los ojos como en trance de beatífica sublimación. Sudan y se desmelenan como culebreros en mercado público. -Yo soy el único que les puede hacer la claridad de las claridades!-. Como el hombre de las cavernas, "siguen creyendo en el poder mágico de las palabras.


La clase obrera los contempla como animales raros, con desconfianza, y los escucha muy incrédula, pensando que ella lleva muchos años haciendo huelgas y manifestaciones y desfiles, poniendo prisioneros y perseguidos y muertos, dándole a la nación sus mártires y sus héroes.-"Pretenden enseñarle a su padre el oficio de hacer hijos"-. Es difícil que la convenzan con su arrogancia de pavos reales, con sus vacilaciones y bandazos extremistas, estos angelitos adversarios al mismo tiempo del imperialismo yanqui y del socialismo soviético, igualmente enemigos de los partidos burgueses y de los partidos comunistas. -"Con sus palabras tal vez harían pajaritos de oro en el cielo, pero con sus acciones en la tierra no hacen más que dividir y debilitarnos y ayudarle al enemigo de clase"-. Por eso la clase obrera organizada desconfía de ellos como los cristianos de quien le prende una vela a Dios y otra al Diablo. Sin embargo los aparta y reta su sinceridad. -"No se te olvide que arrieros somos. . . "-.

Ahora que han cerrado los ojos ante la realidad pedestre y vulgar, ahora que se han engreído como cualquier Narciso de pacotilla, vuelven de su ensimismamiento y ya no los escucha casi nadie. Con todo, alguien pasa de vez en cuando. -"Se dedican a desenterrar cadáveres, como Trotski, Bakunin, Kautsky, pero de toda esa carroña ya no quedan sino las barbas"-. La clase obrera, que por curiosidad escuchó a los angelitos en su comienzo, ha desaparecido de allí, los dejó solos para continuar sus luchas al frente de las masas populares. ". . .la auténtica liberación está en el Reino de los Cielos. . .". -Somos el Estado Mayor, y solos ganaremos la guerra!-. Hasta los sicarios y los caníbales se muestran ahora engeridos y silenciosos, mientras la clase obrera pica el ojo socarronamente después de la clásica actuación de esos bufones del antiimperialismo y el macartismo. "...nuestro anticomunismo suena, mejor con música celestial...". -Son las marilocas de la política- dice un obrero rezagado. -Dan volteretas en todas direcciones, pero a fin de cuentas no van a ningún Pereira- afirma otro. -"Como las ciegas marilocas de los pantanos"-.



Sumidos en su aislamiento y para combatir revolucionariamente su melancólica soledad, los angelitos hacen conciliábulo, discuten y percuten hasta que resuelven comprar cascos de seguridad industrial, color rojo encendido. Convertidos así en puros y genuinos obreros de la industria pesada, con los cascos hasta el cogote, acaso alcancen a distraer la cola del desfile masivo -algún Primero de Mayo. Sólo que, por costumbre, tal cual mariloca sigue lanzando bombas al paso de la clase obrera.


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domingo, julio 02, 2006

HACE 38 AÑOS

LECTURAS DOMINICALES EL TIEMPO
PAGINA SEGUNDA
Octubre 6, 1968
Es mejor que te vayas
Eutiquio Leal
(Primer premio en el concurso del festival de Arte de Cali, 1968)

DEDICADO A OCTAVIO, BERENICE Y FAMILIA.
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Si este pueblo aún fuera como antes...
Si se pudiera ir por todas las puertas y tras ellas palpar el abrazo del amigo, como antes...
Si se lograra penetrar hasta las cocinas y recibir el beso de la niña o la anciana...
Si todavía se cantaran serenatas y las tertulias solariegas no hubieran sido prohibidas por decreto...
Si el chocolate de la noche aún se pudiera tomar en las puertas de las casas...
Si los pobladores nativos no hubieran sido suplantados por contingentes instruidos en el manejo del fusil y los secretos del acoso...
Si aún viviera tanta gente sencilla, laboriosa, anónima, desaparecida por no estar inscrita en el credo de turno...
Si los corazones permanecieran abiertos de par en par, como antes...
Si a cualquier toque nocturno se tendiera siempre un lecho para el prójimo, como antes...
Pero no.


"Sentimos mucho avisarle por medio de la presente que hemos determinado que usted abandone el pueblo a la mayor brevedad posible, es decir, en el término de la distancia; si no lo hace, nos veremos en la penosa obligación de proceder contra su integridad personal, en la misma forma como usted sabe que hemos obrado con otros honorables caballeros de la localidad; esperamos ser atendidos en nuestra comedida solicitud y no tener que apelar a lo que usted sabe muy bien...".

El señor Tique: pliego en mano, leyendo con cuidado y meticulosidad. Papel grueso a rayas horizontales y rosadas, con margen al encabezamiento y a la izquierda: tamaño oficio, espacios blancos de través. Manuscrito común, caligrafiado en trazos irregulares como nerviosos: inclinación excesiva, tinta azulosa, signos espesos. Un manchón involuntario al pie y huellas suaves de manos sudorosas. Al final: ni firma ni letra inicial: sin remitente quizás. Pero no. Antes era distinto.
La fábrica de gaseosas con su incesante retintín y el tiroteo de su motor y su aire perfumado a banana-limón-uva-naranja. Su revuelo de mujeres lavando frascos, preparando jarabes, engomando etiquetas. Su tropel de hombres operando la envasadora, despachando pedidos, liquidando facturas. Toda clase de vehículos: camiones, carretillas, burros, peones, acarreando botellas para henchir los frigoríficos y apaciguar la sed de los soles y las lunas.
La fábrica de velas. Sus rollos de pabilo y sus depósitos hirvientes de parafina licuada. El carrusel de ganchos girando. Las velitas engrosando y los tanques de agua fría endureciéndolas, consolidándolas. Las cajas de doce docenas y su marca en colores desteñidos. La distribución a bodegas, tiendas, fondas, veredas. Y las velas velando el misterio de altares y cocinas, alumbran¬do el secreto de salas y trastiendas, velando cadáveres, en lucha con el milagro de la "Petromax" y la bombilla eléctrica.
La jabonería cocinando sebo y cortando panes de colores para el aseo y la desinfección. El aire del pueblo saponificado de un olor nauseabundo a sebo podrido y a potasa en cocción. Las bodegas mercantiles hinchadas de un aroma de pino trasnochado. Las mozas pueblerinas jabonándose sus más recónditas intimidades y los niños lagrimeando con espuma en los ojos. Y la ropa limpia extendida al viento como el alma de las gentes de este pueblo.
El matadero, a donde todos van por muerte para la vida diaria. Los almacenes, donde cada uno compra o fía la zaraza o el dril. Las carpinterías, zapaterías, talabarterías, herrerías, panaderías, sastrerías, peluquerías, boticas, compraventas. El teatro, de proyectar cine y representar dramones.
Y la iglesia. Siempre en reparación, nunca terminada, eterno pretexto de limosnas y rifas y bazares. Con su aguda torre atalayante, su amplio atrio de retozos, sus campanas madrugadoras, su altar resplandeciente como de oro, sus santos de yeso o de madera. Y sus cirios y velas en ignición diaria y nocturna. Sus feligreses muy creyentes y poco generosos, su cura párroco locuaz y regañón, su viejo sacristán eficiente y borrachín, su sepulturero resignado e inmisericorde.
Y su loco y su idiota.
Y su orgullo calentano y su música bambuquera y sus leyendas y abolengos.
Pero no. Todo aquello es historia.
Rostro contraído, ojos fijos casi extrávicos, pulsación acelerada en las arterias parietales y en la yugular, boca muy apretada en rictus desconsolado que solo muestra una raya horizontal, labios muy finos bisbiseantes e inaudibles. Ancha cabeza revuelta, inclinada hacia el centro del universo, cejas saltonas muy espesas y ceño contraído al infinito. Desfigurado como nunca: inconocible: el señor Tique.
Errante, desorientado, sus ojos avizores mirando y viendo todo como bajo una lupa gigantesca.


Dr. Julio Caicedo, Abogado. Viva el candidato del pueblo. El señor Jorge Vargas descansó en la paz del Señor. Compra de café pergamino: pesa legal. Alcaldía Municipal. Abajo el comunismo ateo. Prohibido fijar avisos. La última serie de Tarzán en su Teatro Tuluní. Viva el Co¬razón de Jesús. Casa Parroquial. Abajo la dictadura. Aquí está su Baratillo Amature. Viva la religión Católica. Policía Nacional - División Tolima. Vivan los guerrilleros. El señor Pedro Tique ha muerto. Billares y cantina. Abajo el gobierno asesino. Directorio Político Oficial. Cuba sí, Yanquis no. Estanco Municipal.

Errante, sin rumbo fijo, al garete, solo ojos: el señor Tique.
La sombra de Usted: su oído atento a voces-sonidos-ecos. Deambulando con mal disimulada indiferencia. "¡Helados, paletas, conos!". "¡Lotería, juega, lotería!". "¡Dulces, caramelos, chicles!". "¡La rifa de la Iglesia!". "¡Pájaros, toches, azulejos, mirlas!". "¡Tiempo, Espectador!". "¡Navajas, espejos, tijeras, agujas!". "¡Gaseosas, naranja, kola, limonada!". "¡Una limosnita, por amor a Dios!". "¡El diario de hoy, con los muertos de ayer!". "¡Espanten esos burros!". Siempre deambulando: La sombra escuchando y oyendo.
-("...Como ya voy a morir mijo querido quiero que sepas... te nombré Pedro por tu abuelo que fue macho de adeveras y murió de asesinato en la otra violencia... y arrecuérdate mijo que por siempre llevas mi apelativo Tique... sangre de indio de esos que ya no quedan casi y que se hicieron matar también de asesinato librando lo suyo contra los bandidos esos llegados de la tal España... y arrecuérdate que te lo estoy diciendo a la orilla de mi tumba...").
Callejón abajo, entre el calor infernal, padeciendo la piquiña del inclemente sol.
"Sentimos avisarle que usted debe abandonar él pueblo... a la mayor brevedad...".
Callejón arriba, contra la brisa veraniega, bajo el manto de polvo enceguecedor. Mirando sin ver y oyendo sin escuchar, dando pasos y palos de ciego, "...nos veremos en la obligación de proceder contra su integridad personal... como usted sabe que hemos hecho con otros honorables ciudadanos...". De aquí para allá, de allá para acá, ante la indiferencia de humanos e inhumanos, solo seguido por la oreja del burro o el olfato del perro. "... esperamos no tener que proceder como usted lo sabe muy bien...". Subiendo y bajando, cruzando calles y esquinas, pasando ante puertas y ventanas cegatonas e indolentes, soñando y delirando, en plena alucinación "... en el término de la distancia..." "... que abandone el pueblo..." El señor Tique.


¿Abandonar mi pueblo? Este que ayudé a formar y crecer, que hicieron mis abuelos y mis tíos cuando todo esto no era más que potreros y rastrojos, después que los temblores de aquel año terrible sepultaron el otro pueblo... el pueblo viejo que había sido fundado por los próceres cuyo busto de piedra había en la plaza y que mi abuelo contaba que fueron tragados por las grietas de lo que llamaron sismo en aquel entonces... Así fue... Y mucho después hicieron otros bustos de mármol y los pusieron en la plaza de este pueblo de ahora. De veras, en esta plaza aprendí a bailar el trom¬po, aquí vienen los burros a tragar papel y hojas secas. Sí señor, en esta misma plaza he toreado con mi ruana blanca en las fiestas de la patrona, nuestra Santísima Virgen del Carmen y aquí conocí los carros y a esta misma iglesia traje a mi vieja antes de llevarla al camposanto y aquí en estas tierras pensaba dejar mis huesos... No, señor... ¿Abandonarlo?... Este pueblo que ya se ha metido en mi vida y del cual yo mismo soy un poco de su polvo y una parte de su memoria... No señor... Este del talabartero Jorge Alvarez y del peluquero Nicolás Díaz y de la fritanguera Pifia Reyes y del bobo "Cacao" y la loca "Anarrosa" y el cacique Quintín Lame y el turco Amature y mi abuelo Lorenzo Tique... Así es, sí señor. Este pueblo de los inviernos como diluvios y los largos veranos como candeladas... ¿Abandonar mi pueblo?...

El camellón anchísimo entre nubes de arena que hace estornudar e irrita los ojos: ese paseo central que lo recorre de largo a largo y que es como un río al cual se asoman los zaguanes, las tiendas, los talleres, las salas, los gatos, las novias y algunos cercados.
Las entradas, donde los caminos se vuelven calles, que son como afluentes del gran caudal y por donde llega el viento en soplos agresivos o a grandes bocanadas de calor.
Los callejones no muy rectos, algunos culebreantes y sinuosos, ceñidos por blancas paredes en cuya base de empedrado crecen la grama y el abrojo de que se nutren las bestias.
Las puertas de madera en colores violentos y tal cual ventana que despierta al paso, por detrás, muy lentamente, solo a medias y con temor.
Los muy famosos postes, renegridos y corvos, terminados en altas cruces con alambres y golondrinas balanceándose.
Las manadas de burros y cerdos trasquilando maleza y abonándola al tiempo, en su lucha de cohabitaciones entre rebuznos y gruñidos. Los perritos falderos muy sumisos tras de la hembra en celo, su procesión devota: lenguas afuera y sexos inflamados.
La soldadesca patrullando con fusiles modernos y cascos de guerra.
El sol haciendo rechinar los techos, secando las pocetas, elaborando polvo, produciendo sudores, tostando carroñas y levantando emanaciones nauseabundas.
Y los hombres escasos, en fuga, huyendo, y ocultas las mujeres y los niños dormindos y los abuelos mudos y los muertos creciendo, multiplicándose los muertos.


Si yo tuviera algún consuelo… Por eso entré a la iglesia... yo no entraba desde que llevé a mi viejo, mucho después de mi vieja, y me lo sacaron a empujones en su cajón, y el Padre Lombo no le quiso rezar ni echar agua bendita ni lo dejó enterrar en su camposanto bendito y tuvimos que salir con el cajón afuera del pueblo y abrir un hoyo en el mangón de arriba entre el rastrojo y meterlo ahí y dejarlo solitario bajo un palo de agua... Por eso tuve que salir de la iglesia, porque allí no me sentía bien que digamos... Si yo tuviera algún consuelo... 

-(…y has de arrecordarte que tu mama fue buena y también murió de asesinato, paviada por esos bandidos así como ahora yo... pero ella sí fue de un solo golpe también por detrás a mansalva y sobre seguro y no pudo decir ni esta boca es mía... tan siquiera yo he quedado a medio matar, lo que llaman moribundo y te alcanzo a decir lo que te digo, que no supe quién fue el que me hizo los tiros y te lo digo pa que sepas...).


Quién sabe... Había ido al Directorio y como nunca me inscribí ni voté por sus candidatos ni por ninguno... pues no me quisieron atender y mucho menos darme una recomendación escrita y para esto tuve que esperar mucho rato porque el Jefe no estaba cuando yo llegué. Cuando el Jefe vino me miró de todo lo largo, muy malacaroso, y cuando me vio ahí parado dijo que quién era yo. Le contesté que Pedro Tique y arrugó la cara y él se quedó pensando y luego dijo que quién sabe, que como no le había ayudado en sus campañas, que yo era un enemigo de él y no sé qué más... Yo le dije que no, que yo no soy enemigo de nadie y menos de él, que era el Jefe: No me había contestado, sino que entró a su oficina y luego al rato salió sin mirarme ni decirme nada...

El señor Tique: fuera de lugar y de tiempo, de su propio ser. Manos inquietas, torpes, aleteantes, que solo de vez en cuando lanzan atrás con rabia el mechón oscuro y lacio de la abrupta cabeza.
Desasosiego en todo: ademanes - actitudes - pulso - silencio. Andar trastabillando a veces como por sobre el aire. Paso pespunteado a zancadas, a un lado o al otro, taconeos fuertes o suaves indistintamente, erguido o inclinado a la izquierda, cabizbajo o enhiesto, como quien lleva rumbo cierto o como quien marcha a la deriva, preocupado o indiferente, lento o veloz, desesperanzado, triste, ausente de sí mismo quizás.
-(...y pero vos estás muchacho y hombrote mijo y no te has de dejar asina como asina, como tu abuelo y ni como yo y menos como tu pobre mama... sino que (te has de defender como los indios tatarabuelos se defendieron de los conquistadores, aunque si te matan que sea dando y no acobardado como gallina culeca sino dando candela o machete o puños, lo que sea... pero dando como yo hice el deber pero no me dejaron ni me dieron lugar de nada esos bandidos... y dando como sea...").


"Nos place notificarle que hemos resuelto prorrogarle el plazo en vista de su angustiosa petición, la cual hemos considerado y resuelto a su favor; pero le advertimos de una vez por todas que si al cumplirse el tiempo fijado lo hallamos todavía en el pueblo procederemos a fusilarlo en el acto; mucho sentimos repetirle que vencido este último plazo no habrá más consideraciones de esas que hemos tenido con usted, exclusivamente con usted, en vista de su innegable honorabilidad y buena conducta...".

El señor Tique: sin sentido ni criterio ni responsabilidad.
Un ir y venir como pluma al viento dando la impresión de que se mueve sobre nubes, entre la misma nebulosa, quizás.


Matarme a mí... no señor... A mí que tanto quiero la vida, que la he defendido a brazo partido y no la he querido cambiar por ninguna riqueza... Que no, señor… Cómo se les ocurre quitarme la vida a lo mejor del tiempo y cuando apenas estaba empezando a vivirla al derecho, porque siempre la he pasado como al revés, pues antes esto no era vida ni era nada... Sí señor... Antes no sabía mirar las cosas ni me había enamorado de estas calles y estos faroles que alumbran las esquinas ni me fijaba bien en este cielo blanco de los veranos y aquella luna bonita cuando sale bien redonda y grandota color mamey... Todo eso que fue mi esperanza últimamente y por todo lo que he trabajado y sufri¬do hambres y soles y aguaceros ... Matarme a mí... Que no señor... Ni pensarlo... ¿Qué sería de los días y las noches de este pueblo? ... Esos días y esas noches que fueron y no volverán... ¿Matarme? No, señor. Yo soy capaz de hacer todo, una trampa o un crimen... lo que sea y como sea... con tal de no dejarme... y primero matar que caer muerto... de la cárcel se sale pero del hoyo no... Y el que se me cruce con mala intención que se tenga de atrás porque lo que soy yo me lo llevo por delante a como dé lugar, le madrugo antes que me sorprenda... no hay de otra... Después vendrá el lío, lo de la ley y todo lo demás, pero mientras tanto yo tendré que avisparme... ¿Qué se habrán creído? Es cierto que con la misma amenaza han hecho salir a la gente y también es cierto que los que se han resistido han quedado por ahí tapando un zanjón llenos de plomo. Aunque tal vez sería mejor irme de una vez, antes que matar a uno de esos o que me maten traicioneramente por ahí puesteado así como así... Que no... ¿Qué sería de este pobre pueblo?...

Las nubes de arena invadiendo el pueblo, barnizándolo de su viejo color terroso pálido, borrándolo todo, convirtiéndolo todo en cosa etérea y nebulosa.
Los cuadriláteros de espeso polvo coagulándose en los sitios de puertas y ventanas. Una coraza defensiva que solo el ventarrón de las tardes rebaja un tanto con sus violentas escofinas.
La grama y la maleza muy secas, requemadas, cuyos le¬ves retoños no dejan pros¬perar el diente gastado de las bestias ni la llama del sol.
Los mustios árboles, apagados, de la plaza, que ya no florecen ni fructifican porque la arena los volvió columnas petrificadas sin hojas ni aparente vida.
Los retozos de animales orientados contra el polvo, perforando el denso espacio de un extremo a otro como si fueran llevados y traídos por el viento, este único sobreviviente perdurable.
El aullido de los perros y sus hermanos lobos, horadando las nubes de arena o los vendavales, y viajando en su propio eco solitario.
Los polizontes con sus porras de palo y sus quepis de dril, contoneándose como pavos reales, sus cejas polvorosas, sus bigotes terrosos, sus hombreras sucias y su vida arrastrada.
El sol de la tarde desteñido por el velo polvoriento y aminorado por él hasta quedar en resolana forzada o en penumbra vencida en el combate de los días.
Y las gentes que fueron, lo que eran las gentes del pueblo, todas ellas más aminoradas, destruidas, menos presentes, más ocultas, escasas, mudas y muriéndose.
-("...y pero que no te dejes asina como asina mijo y que yo ya estoy agonizando o casi muerto y asesinado y que vos no has de olvidar este crimen que han hecho conmigo ni el que hicieron con tu mama y tu abuelo y con este pueblo que tampoco has de olvidar jamás de los jamases y ni estas gentes que no eran asina y que se las tiraron y las volvieron malas y que eran como las raíces y el enramaje del pueblo y que yo ya estoy del otro lado... difunto y mansalviado.... y que pero vos no... o todavía no... quién sabe...").
El señor Tique: de acá para allá, del sueño a la pesadilla, dando zancadas sobre el polvo, sobre el vacío, quizás.


Si me quedara algún consuelo... pero nada ni nadie... ni siquiera un amigo... ¿Qué hubo de mis amigos? Primero fue Rosendo con quien antes nos considerábamos tanto... el pobre se corrompió o sea que lo corrompieron. .. Luego vino la política de la segunda violencia y Daniel se fue alejando, hasta que ya no hablaba conmigo y finalmente no me volvió a saludar, hasta que se declaró enemigo sin decírmelo y solo me mandaba razones groseras y desafíos… Porque él era de su partido y dizque yo no... y es lo cierto que ya no soy de ninguno ni de ninguna política, porque le cogí miedo a la cosa... Si me quedara algún amigo... uno tan siquiera... pero nada... Tan solo los que hacen política tienen sus amigos...
"Con verdadera pena le avisamos que ha vencido el plazo prorrogado que le concedimos para abandonar el pueblo; en consecuencia y sin ninguna consideración lo buscaremos esta noche en todas partes porque hemos sabido que usted no es capaz de irse de aquí y donde lo hallemos ahí mismo lo fusilaremos en el acto; para que no se diga que somos cobardes nos permitimos darle el último aviso por medio de la presente; hasta la vista, señor Tique".
Sí señor... de todos modos me matarán estos jijunas... es horrible pero así ha de ser... me matarán asesinado... moriré a bala como cualquier perro y quedaré por ahí en la alcantarilla bien muerto... solitario... podrido... hediondo... Y me han de picotear los chulos... es horrible... Primero me sacarán los ojos, si es que no me los han sacado a bayonetazos... luego me hurgarán el trasero y me harán cosquillas, pero ya no las sentiré por estar muerto, eso creo. Y después me picotearán el sexo, más arriba... es horrible, sí señor... Me romperán la barriga y me estirarán las tripas como caucho... Más arriba se tragarán mi lengua, ésta con que los maldigo y les digo hijos de burra... Y ya estaré muerto en forma de no darme cuenta de los chulos ni del agua ni del sol... porque me dejarán a sol y agua... pero de nada me daré cuenta ya... ni siquiera de lo que hayan hecho con mi pueblecito…

El señor Tique: entraría al taller sin conciencia y como si pasara de un sueño a otro sueño. Dentro, en la armería, observando celoso, apasionado pero sin comprender nada.
Acariciaría una pistola: "Colt", calibre 38 niquelada, mango de nácar y proveedor de siete cartuchos. ¿Cuánto esta? "Mil pesos".Muy cara. (Desecharía el arma y tomaría otra) "Smith & Wesoon" de seis tiros. Pavón negro-azul, calibre 32 corto, cañón largo y cacha de madera natural. ¿Y este, cuánto? "Seiscientos". Pero es al fiado. "Siento mucho, señor Tique". Es urgente: se lo pago mañana. "¿Sin falta?". Sin falta. "Fiado seiscientos cincuenta". Está bien, lo llevo. "Con mucho gusto". Gracias. El señor Tique saldría indeciso, incrédulo, muy seguro de haber hablado con un espanto: el ánima del armero, asesinado un mes antes.
El espanto del señor Tique: sonambuleando de la vida al sueño, al delirio, a su verdadero mundo irreal del momento. Imágenes conocidas que no conocen a nadie. Apenas su remota idea. "El doctor Echandía". "El Padre Lombo", "Misiá Floramaría". "La hermanita de la caridad". "El prestamista Quintero". "La sobrina del Padre Lombo". "El Jefe político". "La concubina del señor alcalde". "El tesorero municipal". "El capitán Ordóñez". "La guaricha del pueblo". "El bulto de Juan Manuel". "La apari¬ción de Eduviges". "El ánima de Pedro Tique". Todo, fantasmagoreando de la vida a la muerte.


Sí señor... hasta los hermanos se han perdido... El último fue Catalino, con tanto que nos queríamos... hasta que se puso en contra y me hizo la guerra y le hizo la guerra al pueblito... Y así me fui quedando solitario, ingrimo, sin nadie en el mundo y en la pura inopia... y no quedó nada ni nadie... ni un hermano siquiera...

La memoria del pueblo, de lo que fuera el pueblo, de lo que había sido.
A veces había sol o luna pero nadie que supiera o se percatara del día o de la noche.
El recuerdo de sus calles y callejones, rebajados a cauce de arena tostada, volátil, y la agonía del tiempo, inexistentes puertas y ventanas desaparecidas y el polvo y la ventisca, sus borradas paredes como desfile de aparecidos de otro mundo, y sus esquinas nulas, irreales y muertas.
El espectro de los postes y los árboles y los alambres sin golondrinas, y su cordón negro-pardusco reclinado en el polvo sin tiempo ni medida, como si no hubieran existido en este mundo.
Una remota y muy vaga idea del murmullo de voces y gruñidos de otros seres y la huella de sus ecos y es¬tertores desvanecidos por el polvo y el tiempo.
El presentimiento de los fantasmas de uniforme, la nostalgia de sus órdenes militares que apenas se adivinarían sin oírse ni volverían a escucharse porque fueron al polvo y se enterraron para resucitar luego en espantos.
El susurro del viento y su sombra zumbadora y las resonancias y sus fantasmas.
La soledad solitaria y su gemido misterioso y su me¬moria inmemoriable.
La penumbra del polvo con sus cortinas enceguecedoras de infinito y su voz indecible y su silbo milenario.
Y sería el tiempo sin tiempo.
Y las sombras de las sombras.
Y el viento.
Y la oscura soledad.
Y el silencio. Serían.
"Hazor será morada de chacales
soledad para siempre; nadie morará allí,
ni la habitará hijo de hombre".
(JEREMIAS, 49, 33).
"Buenas, compadre Saturno". ¿Cómo... mi compa Tique? "El mesmo". No puede ser... ¡si busté ya está cadáver! "Pues ya lo verá". Sí, arrecuerde que a busté lo mataron asesinao como a su taita. Compadre Saturno, vengo a prevenirlo… también lo matarán a usted… Virgen Santísima, compa Tique... ¿verdá? "Pues sí señor esta misma noche".
El recuerdo del compadre Saturno se quedaría ahí, hecho un poste. Parpadeando como encandilado: sin ver ni entender nada.
Luego se convencería de haber estado hablando solo. Entonces se pondría a hacer memoria de su compa Tique, el finado. Quizás.
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 Ilustraciones de Rafael Achury Valenzuela
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EUTIQUIO LEAL colombiano. Graduado en la Universidad Pedagógica de Tunja. Obras publicadas: "Después de la noche" (novela) y "Agua de Fuego" (cuentos). Obras inéditas: "No morirás del todo" (novela); "No mirarse a los ojos" y "Cambio de Luna" (cuentos).
Eutiquio Leal obtuvo el primer premio de novela en el Concurso Bolívar, en 1963; el segundo premio de novela en el Concurso Esso, en 1964. Tres veces ha ganado el premio en el Concurso Nacional de Cuento: 1961, 1965 y 1968.
Es catedrático de literatura contemporánea en la Universidad de Santiago de Cali. En el concurso de cuento, organizado durante el festival de arte de Cali, recientemente, obtuvo el premio con el cuento que aquí se incluye, enviado especialmente por su autor para "Razón y Fábula".

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viernes, junio 16, 2006

RESEÑA


EL EUTIQUIO LEAL DESCONOCIDO

Por: Fernando Soto Aparicio

¿Eutíquio Leal, poeta? Debo confesar que el asunto me tomó por sorpresa. Yo he conocido a Eutíquio de años, como el gran cuentista, como el novelista de las profundas disciplinas estructurales. Sus libros salen y se agotan y luego son difícilmente conseguibles, pero pese a eso se ha hecho una carrera en el difícil mundo de nuestra literatura. Otro Quijote de las andanzas editoriales, como él, Carlos Orlando Pardo, le ha dedicado un libro donde no sólo estudia su vida sino su obra, entrañablemente ligadas las dos como sucede siempre en los verdaderos escritores. También batallamos con Leal frente a las páginas de GATO ENCERRADO, una revista que ha dejado un gran vacío que nadie ha tenido la osadía de llenar. Pero ¿poeta?

Sí señor, aquí sale a dar la gran batalla con una obra grande, no sólo en su forma sino en su fondo. Un libro de poemas de respetables 216 paginas es raro en nuestro medio, donde la poesía se limita a folletos, de poco paginaje y aún de menos calidad. Eutíquio se lanza a la palestra, pluma en ristre, en uno de los ejercicios literarios más difíciles y más comunmente atropellados, en nuestro medio sobre todo, donde abundan los escritores de un solo libro o de un solo poema y que ya con eso se matriculan por su cuenta, sin acudiente ni útiles adecuados, en la tornable y difícil escuela de la fama.

MÚSICA DE SINFINES es el poemario de Eutíquio. Los sinfines ¿qué son? Quizás creaciones de la mente de una niña, donde están intactos los pasos del asombro. Los niños tienen ese don maravilloso de sorprenderse, que nosotros los adultos vamos perdiendo y que quizás sólo a veces reen­contramos al escribir o al pintar o al ejercer alguna de las disciplinas del arte. Los sinfines son animales mitológicos, de ésa mitología personal de una niña; o sentimientos, o mariposas de cobre o golondrinas de azúcar. Vaya uno a saber, y son precisamente estos sinfines los que le dan a la poesía de Eutiquio un toque especial.

¿Es una poesía fácil? Yo diría que no, aunque en muchos poemas se palpa la música de las palabras, la rima, el ritmo que los fija en la memoria. En otras, las palabras forman una especie de raigambre semántica que no es fácil descubrir o seguir. Es una poesía que requiere el concurso del lector, su com­prensión, su seguimiento a la idea del poeta, intrin­cada en ocasiones pero siempre válida, sostenida no sólo por una serie de metáforas como relámpagos, sino mantenida en su sitio gracias a la magia de la palabra. Una poesía trabajada, sin duda. Donde el vocablo co­bra todo su sentido comunicante. Eutiquio no tiene miedo a in­ventar verbos y adjeti­vos que sólo se encuen­tran en su diccionario particular, pero eso mismo muestra su bús­queda del lenguaje que dé la justa medida de lo que necesita comuni­car. Yo creo que es aquí donde radica el mayor mérito de estos poemas: en la búsqueda y encuentro de la palabra dúctil, manejable, modelable por las manos de alfa­rero del poeta. Poesía que estrena lenguaje para estrenar también el asombro cotidiano del mundo.

Poéticamente, Eutiquio Leal y yo estamos colocados en dos sitios diferentes y distantes. Yo escribo poesía de una especie y él de otra, pero el sentido de la poesía, el universo poético, no sólo es múltiple sino infinito como es el proceso de la creación artística. Estos poemas, esta música del lenguaje, están lejanos de mi modo poético.

Pero tal vez por eso mismo los puedo leer con mayor libertad, les puedo buscar las pistas dadas por el autor para llegar a su mensaje. Que no es otro que el del hombre, ser angustiado, en permanente búsqueda, ser con todas las preguntas y sin ninguna de las respuestas. Ser que se empeña en elaborar la inmortalidad con el barro diario de su finitud, en su lucha sin cuartel, que sabe perdida de antemano pero en la cual persevera porque esta perseverancia, extrañamente, es lo que le garantiza que está vivo.

Vivo, como esta poesía de Eutiquio Leal, que en cada estrofa nos sorprende y nos enseña cómo es de dúctil la palabra en las manos del artista, y cómo puede la poesía, sin dejar de ser profundamente válida, inventar su propio universo y multiplicar su propia lengua.

Texto escrito y leído por Fernando Soto Aparicio en el acto de presentación del libro Música de Sinfines de Eutiquio Leal.

Galería Buscando América, 30 de Agosto de 1988 Bogotá, DE.

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El poema "Horizonte" hace parte del libro "Música de Sinfines", es una muestra de la creatividad, imaginación y sensibilidad de Eutiquio Leal, uno de los más importantes escritores tolimenses del siglo XX:

HORIZONTE

Deshollejando al viento, la dicha, la manzana...
de esta abierta calleja lunática de ahora
se nos ha escapado alguien?

Todo lo que tiene aura, color, canciones, osamenta...
Por ejemplo la luz, el agapanto,
los ojos de la noche, voladores audaces,
la caracola atlada de ilusiones geológicas,
el verbo solferinamente erguido
en jugos cálidos o polen de peñasco y golondrina.

¿Quién habita hoy en estos corredores
del pecho o las estrellas, del calor insurgente,
en nuestras horas lilas empozadas al fondo
de los días traspuestos
o poemas tomados de cofrecillo ajeno?

¿Todo el vacío, toda la negrura,
solo el trueno interior que nos devora
sin ningún cese al fuego, ya sin canto posible?
¿Solo el yelo y ya sola la roseta
de dinamita extraña a alquilada, imprevista,
solo el desplome anónimo de la espiga en la frente?

Atrevida allá al frente
una ventana en alto, su soñador abierto a la mañana,
las barandas del Cosmos, el vórtice del tiempo...
este anhelo amatorio que somos a porfía
con el ritmo vidente, raizal, constitutivo
que aguja desde adentro de la tierra
revivida o tremenda, solidaria o utópica...

V, 1988

Teatro A

Teatro A
www.casadelteatro.org.co/

Teatro B

Teatro B
www.casadelteatro.org.co/

Foto

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Hipólito Rivera, Jorge Eliécer Pardo, EUTIQUIO LEAL, Dario Ortíz Vidales y Carlos Orlando Pardo